¿Algunas veces escuchamos expresiones como: lo que vale es lo que hago y tengo.   Expresiones que nos permiten visualizarnos a nosotros mismos y visualizar lo que sucede a muestro entorno.   

Aunque hemos escuchado estas expresiones en nuestro entorno de hoy, me pregunto si lo más importante en nuestras vidas es hacer o tener cosas o existe algo mejor que define lo que somos.  

¿Dirá Jesús en Mateo 16, 26, ¿de qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿en otras palabras, de que sirve hacer y hacer cosas para ganar el mundo si perdemos la vida? Entonces, ¿Dónde está la esencia de la vida humana? También dice Jesús en su evangelio ¿qué se puede dar a cambio de la vida?

Estas preguntas, no solo son necesarias, sino que nos llevan a lo profundo del núcleo interior de cada ser humano hecho por Dios. Podemos decir que Dios es creador o hacedor de cosas, pero Dios antes de decir hágase la luz, Él era Dios, esto nos deja ver que antes de hacer es fundamental ser para luego hacer y tener. 

Además, es importante tener presente que somos creados a imagen y semejanza de Dios, y esto mismo es lo que nos da la pista de lo fundamental en nuestras vidas. Por esto mismo cabe la pregunta para cada uno de nosotros: que es lo más importante en tu vida entre ser, hacer y tener.

Cuan valioso es ser fuerte, ser amoroso, ser sabio y por otro lado cuan valioso es dar aliento a otros o ayudar a otros. Esto sin dejar de decir también cuan valioso es tener un título profesional, una casa, un carro, en una palabra, cuan valioso es tener bienes materiales.

Aun así, teniendo presente que es valioso hacer y tener bienes materiales, cabe también la reflexión y es que priorizar es fundamental porque de este modo se ponen en orden las cosas vitales de la vida, esto es, que primero está el ser que hacer cosas y tener cosas. 

Es más valioso ser fuerte, amoroso y sabio que hacer cosas y hacer y tener y tener cosas. Dirá la escritura: ¿el terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha, así que pensó que voy a hacer? Y luego se dijo: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: alma mía ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe, y goza de la vida. Pero Dios le dijo:

¡Necio!, esta noche misma te van a reclamar la vida, ¿y quien se quedará con lo que has acumulado? ¿de quién será?  Así es el que hace para sí tesoros, y no es rico para Dios.

Es decir que al final todas las cosas materiales se volverán polvo más el espíritu de fortaleza, el espíritu de amor y el espíritu de sabiduría volverán a Dios quien los dio, como lo dice Eclesiastés 12, 7.  De modo que ser una imagen y vivir para Dios es primero que hacer y hacer y tener y tener cosas.

Una experiencia de amor personal con Dios es tan significativa que somos más fuertes, somos más bondadosos y somos más sabios. Puedo hablar todos los idiomas del mundo y hacer y hacer obras y mas más obras y al final no ser una imagen autentica de Dios.  Personalmente me acuerdo que por un tiempo estuve preocupado más y más por explicar la palabra de Dios y cuando empecé a escuchar y vivir la palabra de Dios, entonces mi relación con su palabra me cambio significativamente mi vida diaria y esto no lo cambio por nada. 

¿Cuál es su relación actualmente con la Palabra de Dios? Dios esencialmente es espíritu manifestado en su palabra por eso mismo es importante preguntarnos también, ¿es para mí vital la palabra de Dios?  O quizá sea una lectura más que hacemos y ya.

Allí está el secreto del auténtico significado de ser una imagen de Dios. En otras palabras, antes de hacer o tener imágenes de Dios estamos llamados a ser una imagen de fortaleza y amor de Dios. Esto porque ser una imagen de Dios antes que cualquier cosa se refiere a nuestro carácter, a nuestra forma de ser.

No es que hacer o tener sea malo, sino que no son significativos a la hora de renovar nuestra forma de ser. La palabra de Dios lo muestra en el evangelio donde Jesús se encuentra con Martha y María. Martha se enfocó en hacer y hacer perdiéndose la mejor parte que era estar con Jesús.

He allí la importancia de tomarnos unos momentos para evaluar nuestra relación con Dios y preguntarnos, ¿Soy una verdadera imagen del amor de Dios en el mundo de hoy? Estoy más enfocado en ser como María del evangelio y no como Martha tan preocupada por hacer perdiéndonos de la mejor parte.  

Los invito, entonces, yo el primero a ser una imagen maravillosa de Dios, antes que hacer y tener de modo que el reino de Dios sea primero. Amen.