La boca habla de lo que hay en el corazón - ¿De qué estoy nutriendo mi interior?  - ¿De dónde vienen mis fuerzas? La vida tendrá más sentido si logramos responder estas preguntas. La vida humana depende del agua. Sin agua no hay vida. Nuestro cuerpo necesita cuidados externos como la higiene y la alimentación, pero ¿Qué hacemos por nuestro interior? ¿Qué hacemos para limpiar y nutrir nuestro espíritu? ¿Está usted viviendo la vida que quiere, o por lo menos una vida que merezca ser vivida? Si su respuesta es NO tal vez le haga falta Dios en su corazón.

TODA LA VIDA QUE CONOCEMOS EN EL PLANETA DEPENDE DEL AGUA.

Sin agua viva hay muerte e impureza. El agua es entonces fuente inagotable de vida. El agua es la única que sacia la sed, el agua es necesaria para que se dé la vida. De la misma manera, el Espíritu de Dios es indispensable para nuestra vida física y espiritual. El Espíritu tiene una fuerza incalculable sobre nuestra existencia.

Durante el confinamiento por la COVID 19, recuerdo un incidente con el agua en Houston. Una familia acudió a mí para pedirme oración por su pequeña hija de 5 años, quien perdió la vida en la piscina de su casa. La menor amaba pasar tiempo en el agua y un día sin supervisión y por descuido la menor se ahogó. El agua es poderosa y dadora de vida, pero hay que respetarla y ser cautelosos con ella.

El agua limpia, purifica, refresca, renueva, lava, anima y revitaliza. Hoy quiero que veamos a Dios como esa fuente inagotable de agua que nos sacia la sed en este verano inclemente que es la vida.

En mi saber, la tecnología hoy ha tenido avances agigantados, aun así, el único que puede conocer nuestro interior es Jesús. Esto es lo que sucedió con la samaritana, a quien Jesús descubrió su pasado y su presente y he invito a beber del agua celestial que nunca termina. Quienes toman de esa agua, la cual es Cristo mismo, nunca más tendrán sed. El desasosiego que viven muchas personas hoy es porque están sedientos de Dios. Solo cuando encuentren a Dios en sus vidas tendrán poder de refrescar su corazón y su espíritu con el poder divino, necesario para trasegar por la vida.

Algunos de nosotros hemos buscado la plenitud en lo meramente humano y honestamente lo humano no tiene la fuerza para una transformación real de la vida. Solo Jesús, el hijo de Dios, tiene el poder de la restauración: Juan 7:37, “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. Jeremías 2:13, “… Mi pueblo … Me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron … Cisternas rotas que no retienen agua”.

¡Cuántas personas viven bebiendo aguas turbias que no refrescan ni tampoco llevan la vida! Dios tiene todo lo que necesitamos para tener una vida plena y feliz. Jesús es agua viva de quien brota la vida eterna. Solo él tiene el poder de renovar todo aquello que nos impide colmar el corazón y la mente. Como lo dice Juan 7: 38, “El que cree en mí… De lo más profundo de su ser brotaran ríos de agua viva”. 

Todo aquel que es tocado por Jesús es transformado en su forma de pensar y de sentir. De modo que los invito a que nos demos la oportunidad de tener un encuentro con Jesús, que lo invitemos y lo recibamos en nuestro corazón. Que sea su voluntad y no la nuestra la que nos ayude a encontrar el sentido y el norte de nuestras vidas. Amén.

Que Dios los bendiga,

Padre Alvaro+