Los tiempos difíciles de la pandemia fueron tan impactantes en la vida espiritual, emocional y física de las personas que muchos quedaron afectados y enfermos seriamente.
Muy diferente a esto sucedió en el jardín del Edén donde las personas no solo estaban libres de enfermedades, sino que disfrutaban de la comunión con Dios. Entonces una buena relación con Dios, con el próximo y consigo mismo beneficia la vida humana.
Dirá la escritura con el profeta Jeremías 33, 3-6: “clama a mí y te responderé… les daré salud y los curaré, los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad”. La palabra de Dios nos muestra que la presencia de su Espíritu fortalece lo débil, da vista a los ciegos y restaura.
Es maravillosos saber que Dios se preocupa de sus hijos, especialmente de los que confían en su poder y en su fuerza liberadora y sanadora. Como sacerdote me he encontrado con casos que humanamente no tenían solución por el deterioro emocional, espiritual y físico, sin embargo, aun así, los que confiaron en el poder de Dios quedaron a salvo milagrosamente.
En los momentos más altos de esta pandemia parecía un circo, unos morían, otros estaban entubados y otros estaban aislados sin conexión con nadie, fue algo desolador y deprimente. También los que perdieron sus seres queridos, en algunos casos no pudieron despedirlos dejando esto secuelas hasta el día de hoy.
Los sentimientos de duda, de inseguridad, de temor tuvieron un impacto tal que aún hoy no han sido recuperados. Me pregunto ¿Quién puede sanar y liberar tanta frustración y desolación? Solo Dios con su amor y su poder libera y sana tantas heridas del corazón.
Ahora bien, teniendo en cuenta que la vida espiritual, emocional y física del ser humano es vital, me pregunto cómo tú y yo podemos ser instrumentos de transformación en estos casos. Allí está el desafío, pero a la vez la llave para hacer la diferencia.
Veamos lo que dice Dios en su palabra: “Yo soy el señor su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero justo, y si cumplen mis leyes y mandamientos, no traeré sobre ustedes ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el señor, que les devuelve la salud”. Éxodo 15:26.
Como personas de fe, estas palabras de Dios hacen un eco espiritual en nuestras vidas por el significado que tienen a la hora de cuidar nuestra vida. ¿Quién se puede interesar tanto en nuestro bienestar? Esta pregunta nos lleva a considerar tener espacios de reflexión para crear nuevas formas de vivir en el amor de Dios.
Me sorprendo saber que Dios mediante su poder y su amor todo lo hace más liviano para nosotros. Quiero decir que nuestras vidas se renuevan cuando invocamos el amor de Dios sobre nosotros. El salmo 107, 19 lo dice así: “en su angustia clamaron al señor, y él los salvó de su aflicción”.
Cuando Dios desea, nada es imposible para él. Cuando el soplo del espíritu de Dios toca a una vida humana la hace nueva, nueva en todo el sentido de la palabra, esto es, nueva en su espíritu, nueva en su sentir y nueva en su cuerpo.
Cuantas angustias humanas desaparecerían si hubiese corazones humanos abiertos a Dios de par en par. Me sorprende ver cantidades de personas cerradas a ser transformados por Dios. Puedo ver que el ser humano batalla para descubrir el poder del espíritu de Dios.
En mi proceso de transformación descubrí que cuando nos rendimos a Dios él nos restaura, de hecho, cuando Dios me quebrantó me rindió a su amor y desde aquel momento mi forma de ver la vida cambio, es nueva algo que no conocía antes.
Además, estoy convencido del poder del espíritu de Dios porque todo lo hace nuevo, ciertamente cuando la persona le permite entrar y habitar con él. ¿Que se transforma? Se transforma la forma de ver las cosas y la forma de ver las dificultades. Esto porque algunos no toleran las dolencias y todo lo ve una desgracia cuando realmente todo sucede para un propósito.
Estoy muy feliz porque muy pronto tendremos servicios sanación espiritual, emocional y física en San Dunstan, sé que veremos cosas maravillosas. Todos estamos llamados a orar los unos por los otros para que el pecado, el abuso, la negligencia, el rechazo, la traición o cualquier situación que hayamos pasado sea liberada y sanada por el poder de Dios, dirá la escritura con el profeta Isaías 40, 29: “él da fuerza a los cansados y aumenta el poder de los débiles”. También Jesús nos dice en Mateo 11, 28: “Vengan a mi todos ustedes que están cansados y agobiados y yo les daré descanso”.
Los invito a participar de la oración de sanación los terceros viernes de cada mes a las 7:00 pm todos son bienvenidos en el Parish Hall de San Dunstan.