A veces parece que todo se quiebra dentro de nosotros. En nuestra experiencia cotidiana podemos encontrarnos con hechos que pueden marcar nuestras vidas de tal forma que batallamos para liberarnos. El solo hecho por ejemplo de tener un vaso valioso en las manos y que se caiga rompiéndose en pedazos nos deja con sentimientos de frustración y descuido y ¿Ahora qué? Aprender a transformar las experiencias difíciles desde una nueva perspectiva y a descubrir que en la fragilidad humana hay un inmenso poder para volver a empezar, es algo sorprendente.
El rompimiento en el lenguaje bíblico expresa un rompimiento literal y espiritualmente. En sentido literal implica separación con violencia o destrucción de algo. El nivel espiritual representa una separación ya sea con Dios o con otros. Dios puede romper barreras que impiden la relación con El o romper las estructuras del mal que dominan la vida de una persona.
Entonces, estar roto o quebrantado de espíritu puede referirse al alejamiento de Dios ya sea por pecado, desobediencia o ignorancia. El rompimiento en lo emocional sucedería por casos de pérdida de un ser querido, de una ruptura de pareja, la pérdida del trabajo etc. Si ha pasado por una experiencia traumática o ha sido roto en dos pedazos puede ser que se sienta como si lo hubiesen derribado emocional y espiritualmente. Hechos como estos son solo un comienzo y por ello mismo se requiere estar disponible para caminar en el proceso hasta el final. El escritor del Salmo 42 por ejemplo le dijo a Dios que sentía como si “los torrentes de agua hubiesen pasado sobre el” (Salmo 42:7). A veces las personas intentan parecer fuertes por fuera, y esconden el caos que sienten por dentro. Esto puede retrasar el comienzo de la sanación.
Es saludable entonces ser honesto acerca de cómo se siente sobre sí mismo, sobre los demás y sobre Dios. Cuando las cosas salen mal, puede suceder que busque a alguien a quien culpar: hacia si mismo o a alguien más. Esta es una forma de darle sentido a lo que sucedió, pero no es útil según lo indican los expertos. Aceptar lo sucedido en una experiencia traumática es un buen comienzo, sin embargo, es realmente solo el comienzo de un proceso que puede extenderse o abreviarse dependiendo de la capacidad resiliente de cada uno. Además, si otros fueron afectados por un mismo evento traumático podría suceder que la persona se sienta culpable por haber sufrido menos o más que otros. Esta es una reacción común lo comenta la Doctora Brene Brown una de las promotoras del poder de la vulnerabilidad.
¿Porque a veces me siento roto por dentro? Así lo dice Alberto Lineros en su libro romperme solo fue un comienzo y también en las escrituras encontramos varios ejemplos de personas que, tras experimentar traumas, encontraron formas de superar sus experiencias y crecer espiritualmente. Estos ejemplos incluyen a Jonás, que se arrepintió después de ser tragado por un pez. Otros ejemplos incluyen a Sara, Rut, Tamar, Daniel, Elías, Pablo, y Job quienes experimentaron diversas formas de trauma y encontraron maneras de superarlos.
Mujeres como Sara, Rut y Tamar enfrentaron diversas formas de trauma, incluyendo pérdidas, injusticias y sufrimiento, pero sus historias destacan la capacidad resiliente que había dentro de ellas y lograron superarlo todo por la fe. También profetas y apóstoles como Daniel, Elías y Pablo experimentaron tribulaciones, persecuciones y dificultades, pero su fe y compromiso con Dios les permitieron superar estos desafíos y sirvieron a Dios con valentía.
Como usualmente sucede, no todos logran superar las experiencias traumáticas y aunque lo intentan se quedan en el proceso como es el caso de personas que esta misma semana tomaron la decisión de quitarse la vida. Entonces una experiencia traumática puede ser una oportunidad de crecer, aprender y profundizar en sí mismo para ir al siguiente nivel. Muchas veces el dilema frente a una experiencia traumática es ¿Cómo romper una experiencia dolorosa y transformarla en oportunidad? Espiritualmente esta la oración de rompimiento donde la invocación del espíritu de Dios empuja al ser humano a ir más allá de los límites y obtener la libertad. Algunos consideran que es algo de entender sin embargo lo que libera es la conexión personal con el espíritu de Dios. He allí la grandeza de la fe en Dios, he allí la misión de los que tenemos ministerios o que ministramos en el amor a Dios. Estamos llamados a ser instrumentos de conexión con el espíritu de Dios no a que la gente comprenda porque el comprender alivia, pero no libera de lo traumático.
Constantemente me encuentro con esa realidad donde consideramos que ministrar es explicar y si ayuda las explicaciones sin embargo no transforman, no llevan al gozo y a la libertad. Entonces romper con una experiencia traumática puede ser un comienzo, pero sino nos conectamos al poder del espíritu de Dios nos podemos quedar en el intento. Allí está la llave maestra una vez se abre el interior. Amen.
Padre Alvaro+