Tengo dos preguntas para ustedes hoy: ¿Alguna vez has sentido gratitud con Dios por alguna dificultad que se te ha presentado en la vida? ¿Alguna vez has entendido claramente el mensaje que Dios quiere darte por medio de las dificultades que afectan tu vida? Por 30 años, la madre de San Agustín estuvo batallando de la mano de Dios con la transformación de su hijo. La transformación humana es parecida a la transformación del barro en las manos del alfarero.
El profeta Jeremías 18:1ss nos dice, “El señor se dirigió a mí y me dijo: baja a la casa del alfarero y allí te comunicare un mensaje. Yo, Jeremías, bajé y encontré el alfarero trabajando el barro en el torno. Cuando el objeto que estaba haciendo le salía mal, volvía a hacer otro con el mismo barro, hasta que quedaba como él quería. Entonces el señor me dijo: ¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, israelitas, lo mismo que este alfarero hace con el barro? Ustedes están en mis manos como el barro en las manos del alfarero…”
Esta parábola nos muestra que somos barro en manos de nuestro Señor, quien cada día nos moldea, nos amasa y nos transforma hasta hacernos vasijas fuertes, útiles y con propósito. Sin las manos de nuestro moldeador, que todo lo puede y sabe, sobre nosotros se nos hace imposible lograr nuestro verdadero propósito de vida.
Negar el poder y la existencia de Dios nos aleja de nuestro verdadero propósito de transformación y de existencia plena. Todas las vidas merecen ser vividas, pero una vida alejada del creador es una vida que pierde sentido. Alejados de Dios no podemos entender el para que se presentan las dificultades en nuestra vida. Absolutamente, todas las personas del mundo atravesamos dolores, enfermedades, reveces y separaciones. ¿Alguna vez te has detenido a pensar porque el alfarero nos puso más o menos agua, más o menos presión o calor? Aunque ningún ser humano puede entender claramente los propósitos del Altísimo, debemos de confiar en Dios. A veces es necesario abrazar nuestro dolor y aceptar el hecho de que este dolor nos puede hacer más fuertes y consientes del amor infinito que el alfarero tiene para nosotros.
¡Como nos cuesta a los seres humanos reconocer que somos limitados! Somos hechos de barro y en las manos del auténtico alfarero nuestra vida estará mejor. Siempre que viene una dificultad nos preguntamos ¿Porque yo? Esta es una pregunta entendible, pero hay preguntas mejores a esta. ¿Para que Dios lo permitió? ¿Qué es lo que Dios quiere enseñarme por medio de este sufrimiento? ¿Cómo puedo usar El Espíritu Santo este dolor para acercarme más profundamente a Cristo?
En la Carta a los Romanos (9:20) Pablo nos dice, “¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: «Por qué me has hecho así»? ¿Acaso no tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra o deshonra?” ¿Qué puede hacer el alfarero con mi vida y con la tuya? El barro tiene una extraordinaria elasticidad, por eso Dios nos quiere barro en sus manos. Él no quiere que seamos rocas firmes e incambiables, sino barro moldeable.
Juan 3:2 nos dice, “Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Esa será una hermosa mañana, un nuevo amanecer.”
Entonces, es hermoso comprender que somos barro moldeable para que el gran alfarero transforme nuestras vidas en lo que el desea. Estamos todavía bajo construcción y nuestro creador nos moldeara hasta el último segundo de nuestra vida. Abran sus corazones a nuestro creador y déjense moldear a su manera. ¡Amén!
Que Dios los siga bendiciendo,
Padre Alvaro+