La sociedad usa la expresión, “Me contó un pajarito” para referirse al chisme. El chisme viene del griego rajar o dividir. Por lo tanto, el chisme nunca intenta construir, sino que siempre divide y destruye en su gran maldad. La información puede ser verdadera o falsa, pero siempre lleva la intención de causar daño. El psicólogo Fernando Leiva dice, “el chisme se propaga solo y lleva información distorsionada con el fin de dañar a su víctima.”
El chisme no viene por sí solo, sino que se desprende de la envidia. La escritura dice, “El hombre perverso levanta contienda y el chismoso aparta a los mejores amigos.” (Proverbios 11:12). Desde tiempos inmemorables el chisme es definido como el propagador de escándalos. Muchas amistades se han arruinado por un malentendido que comenzó con un chisme. Nuestra sociedad ha sido minada por el chisme, el cual hace a sus víctimas más vulnerables a los ataques de los enemigos, y lleva a muchos al suicidio. Los chismosos no hacen más que crear problemas y provocar amargura y dolor. Los que prosperan en el chisme destruyen con su falsedad.
En mi experiencia pastoral, como sacerdote por más de 30 años, nunca he conocido a un chismoso que se excuse por sus afirmaciones engañosas. Al contrario, niegan lo que han dicho y culpan a otros por el daño causado, o minimizan la gravedad de lo hecho. La escritura es siempre la luz para el creyente y nos exhorta a la integridad. Proverbios 11:13 dice, “El de espíritu fiel lo guarda todo”. Los verdaderos amigos son fieles y prudentes. Quien tiene uno de estos amigos es afortunado. Una persona prudente e integra mantiene su boca cerrada cuando no es necesario o apropiado hablar y, cuando habla, lo hace para construir y no para hacer daño.
Estando en Miami, recuerdo un buen día que una persona me dijo que el Padre Felipe, un sacerdote conocido, se había retirado del ministerio pastoral y que luego había muerto en un accidente. Personalmente, quede perplejo y lamenté la muerte de este colega, pero lo más triste es que la persona me dio esta noticia con tal convencimiento que no dude en lo que había sucedido. Un año después tuve que ir a Orlando, Florida, a una reunión y allí encontré al Padre Felipe sano y salvo. Nuevamente quedé perplejo porque lo hacía fuera del ministerio y muerto. Fue tanta mi indignación que a mi regreso a Miami llamé a esa persona que había hecho el comentario falso del padre Felipe y la exhorté a que nunca más en su vida hiciese eso. Por su puesto, salió con la excusa de que simplemente había repetido algo que alguien le había dicho.
Mi padre me enseñó que la credibilidad es lo más grande de cada ser humano y no se puede perder, porque sin ella no se tiene nada. Un chismoso cuando es confrontado, y no tiene como sustentar lo que ha dicho, pierde credibilidad y desde allí es difícil recuperarse. Además, pudiéramos decir que un chismoso tiene como objetivo engrandecerse así mismo haciendo quedar mal a los demás, exaltándose a sí mismo como poseedor de conocimiento que nadie más tiene. En realidad, el chismoso no tiene somo sostener lo que está afirmando. He allí la conducta dañina del chismoso.
Alejarse del chisme es de sabios y prudentes y todo cristiano está llamado a ser integro y creíble ante un mundo engañoso y mentiroso. Para ello hay que ver las redes sociales de hoy. Juzgar no trae nada bueno y no sirve para mucho, como lo dice el Doctor Mario Alonso Puig, quien afirma que el juzgar nos aleja de lo verdadero y cierra los espacios a la inspiración. Es realmente sorprendente como la libertad de las personas se ve coaccionada cuando aparece un chisme de algo o de alguien. Personalmente, cuando alguien viene y me dice. “Padre Alvaro imagínese que algunos están diciendo esto y lo otro,” mi respuesta ante eso es, “¿Quién lo dijo y cuáles son las pruebas de lo que se dijo?” Si no existe alguien que sostenga lo que se dijo, es un chisme con toda seguridad. Algo que en mi opinión es una de tantas tentaciones del discípulo de Cristo.
Un chisme daña no solo a la persona de quien se habla sino también a la familia, al grupo y la comunidad a la que pertenece. Es por esto por lo que exhorto a todos los creyentes de Cristo a dejar todo chisme. Cada palabra que digamos debe ser para edificar a quienes nos rodean, de modo que podamos bendecirlos en su vida. La lengua fue creada para ser un canal de bendición que Dios desea utilizar para transmitir un mensaje edificador.
Es vital deshacernos de todo lo que no proviene de Dios y que no contribuye a la edificación. Difundir chismes no es agradable a los ojos de Dios. Dirá la escritura en efesio 4:29, “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino que sea buena para la necesaria edificación”. Dios es firme en su palabra ante esto. Levítico 19:16 nos dice, “No andarás de calumniador entre tu pueblo; no harás nada contra la vida de tu prójimo, yo soy el Señor”. Me impacta las palabras mentirosas de algunos creyentes cuando inventan cosas de otros. Aun así, me impresiona mucho más la palabra de Dios cuando declara abominable “… a la lengua mentirosa… y al corazón que maquina planes perversos…” (Proverbios 6:16).
Aléjate de todo lo que desagrade a Dios. ¡Amen!
Que Dios les siga bendiciendo,
Padre Alvaro+