La semana pasada, un grupo de profesionales de las iglesias Episcopales San Dunstan y Santa María de Houston participamos en una misión en la Republica Dominicana.  Durante esta misión, visitamos diferentes comunidades vulnerables en el área de La Romana, una de las principales zonas en el país para la producción de Caña. Fue una experiencia increíble, donde ayudamos a los más necesitados y recibimos un mensaje de transformación personal.

Esta fue una misión médica, donde tres doctores, un dentista, y varias enfermeras (asistidos por un grupo grande de personas laicas) proveyeron servicios médicos a veredas pobres, donde los trabajadores que cultivan y cortan la caña viven. Esta misión fue tan extraordinaria que cada día sembrábamos esperanza, amor y bienestar. Lo mejor de todo, es que tanto nosotros como las personas que visitamos fuimos impactados por sentimientos de compasión. Esto, a pesar de que en algunos casos sentimos impotencia cuando la necesidad fue más grande que los recursos a nuestra disposición.

Dirá la escritura en 2 Corintios 9: 6, “El que siembra escasamente, segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”. En el caso de nuestra misión en la Republica Dominicana, tratamos de sembrar con generosidad y quedamos deseosos de continuar sembrando con más fuerza en el futuro. Esta experiencia nos dejó entusiasmados por la posibilidad de hacer una diferencia en las vidas de los más vulnerables en este país por muchos años. 

Por ejemplo, un niño de 6 años impacto mi vida cuando lo vi ayudando a otros niños a limpiar sus zapatos después de un juego de soccer bajo la lluvia. Para mi este niño está sembrando desde sus escasos años, y si continua en esta tónica, será un gran servidor de su comunidad en el futuro. También otro niño de 5 años toco mi corazón cuando, al preguntarle si deseaba recibir la santa comunión, generosamente dio un sí. No se cuánto puede saber y entender de Dios este niño, sin embargo, dio un sí firme y decisivo. Allí también hubo una siembra de fe.

Lo que deseo indicar con esto es que la semilla por más pequeña que sea da fruto. Recuerdo cuando era niño que iba a la Iglesia porque el sacerdote cantaba una pequeña canción y para mí eso era significativo. Como una pequeña semilla en los oídos de un niño receptivo. Dirá Jesús en Mateo 13: 31, “El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas cuando crece es la más alta que las hortalizas”.   

Por otro lado, la siembra (cuando se refiere a nuestras vidas) debe ser en las diferentes áreas de nuestra vida: espiritual, emocional, mental y física. Esto es, sembrar amor, salud, paz, conocimiento, esperanza, confianza y libertad. Todo aquello que lleve a los seres humanos a nuevos niveles de existencia en sus diferentes aspectos son bienvenidos.

Todo lo que Dios creo, lo creo para que crezca y de frutos como lo describe Genesis 1:11-12, “Que haya vegetación sobre la tierra, que ésta produzca hierbas que den semilla y árboles que den fruto con semilla, todos según su especie. Y así sucedió. Comenzó a brotar la vegetación: hierbas que dan semilla y árboles que dan su fruto con semilla, todos según su especie”.

Tú y yo estamos llamados a sembrar todo el tiempo, como dice 2 Timoteo 4:2, “Anuncia el mensaje de Dios en todo momento. Anúncialo, aunque ese momento no parezca ser el mejor…corrige, anima e instruye a la gente con mucha paciencia”.  

Todo tiempo es oportuno para sembrar y para los creyentes el modelo de siembra es el creador mismo. Dios habla y las cosas suceden. Esto mismo sucede cuando nosotros abrimos la boca haciendo declaraciones para nosotros mismos y para los demás. Es bueno preguntarnos. ¿Que estoy sembrando cada día para mí? O lo que es lo mismo, ¿Que estoy sembrado en mi mente y en mi corazón? ¿O quizá nada estoy sembrado? Porque de lo que siembre cosechare. 

Otra pregunta que surge es, ¿Qué puedo cosechar? Puedo cosechar conocimiento, amabilidad, generosidad, alegría, integridad, salud, confianza etc. Que hermoso es cuando sembramos cosas significativas que valen la pena. Cuando sembramos cosas esenciales que llenan el corazón, ellas por sí mismas nos llevaran a otro nivel.

Lo dirá la escritura en Gálatas 6: 7, “Siempre se cosecha lo que se siembra. Los que viven solo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte; pero los que viven para agradar al Espíritu, del Espíritu, cosecharán vida eterna… A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos”.

Ahora bien, si descubres que has sembrado con escases o temporalmente, entonces ha llegado la hora de retomar la siembra. Limpia toda cizaña que está obstaculizando la cosecha sea abundante.  Además de esto, decidamos sembrar lo mejor en las diferentes áreas de nuestras vidas porque así seremos bendecidos por Dios quien todo lo tiene y todo lo puede. He hecho, en nuestra comunidad de San Dunstan constantemente tenemos nuevas siembras, es decir, nuevos proyectos que avivaran la inspiración de cada uno.

Solo así sembrando a tiempo y a destiempo Dios nos bendecirá a manos llenas, porque para El todo es posible. ¡Amen!

Que Dios los bendiga,

Padre Alvaro+