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LOS DISCIPULOS DE JESUS Y EL TENTADOR

LOS DISCIPULOS DE JESUS Y EL TENTADOR

by The Reverend Dr. Alvaro Pinzon on February 21, 2024

Algunas veces escuchamos, “¿Cómo es posible que el ministro o sacerdote fue tentado por satanás? ¡Mira lo que hizo!” O, “¿Como fue que el líder de la comunidad, que era un gran orador y parecía tan serio y honrado, fue tentado?” Cuando sabemos de estos hechos, se nos muestra de inmediato las limitaciones del ser humano y sus necesidades básicas. Hay mucho de nuestra vida cotidiana que puede convertirse en tentación. Alimentarse, pensar, sentir, desear adecuadamente son necesidades normales y cotidianas, pero hay veces en que pueden ponernos aprueba o tentarnos, por más que seamos lideres de una comunidad. La tentación ha sido una realidad en nuestras vidas desde la creación del mundo, no son cosas de ayer.  Recuerdo que mi padre, cuando yo era pequeño, me insistía en ser prudente frente a los diversos escenarios de mi vida.  Por ejemplo, me exigía discernir y pensar adecuadamente las cosas por más fácil que fuesen, porque para él era necesario pedir la dirección de Dios quien sabe más que todos.  

Los deseos de Adán y Eva los llevó a desobedecer. Sin embargo, como discípulos de Cristo, nosotros estamos llamados a no rendirnos ante las tentaciones. Desafortunadamente, muchos de nosotros no tenemos un plan para lidiar con ellas. De hecho, algunos discípulos de Cristo viven atrapados en el pecado, pues no saben cómo resistirlo. El tentador se aprovecha de las debilidades humanas y nos atrapara de manera sorprendente cuando menos lo pensamos. Vemos esto claramente en algunos discípulos de Jesús que fueron alcanzados por los dardos del enemigo.

Dirá la escritura en 1 Pedro 5:8, “Sed de espíritu sobrio. Estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar”. ¿Cuántas personas han sido atrapadas por el enemigo, de manera que los ha dominado y viven esclavos a sus deseos desordenados? Si acudimos al que pudo conquistar cada una de sus tentaciones, podemos aprender de su ejemplo. Si Jesús fue tentado por el enemigo, con más razón cada uno de nosotros seremos tentados. Dice el evangelio de Mateo 3:16, “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo”. El Espíritu Santo guío a Jesús hacia un tiempo de prueba y de preparación para su ministerio. 

Un discípulo es un aprendiz de un líder o maestro, como los griegos y judíos entendían el discipulado. Los discípulos son personas comprometidas a seguir e imitar la vida y enseñanzas de un maestro.  De modo que la palabra “discípulo” significaba algo más que el aprender y transmitir información. El discípulo de Jesús es llamado a ser testigo de su amor y su entrega total por el género humano. El discípulo es llamado a dar su vida por otros, como Cristo dio su vida, sin reservas. Además, ser probados como Cristo fue probado, nos une a Dios Padre y nos garantiza la espada del Espíritu Santo, la cual nos protege y nos capacita.    

Jesús siguió el camino trazado por su Padre y no sus propias ideas. Esto fue lo que sucedió con el tentador, quien se apartó de Dios cayendo en la desobediencia, seduciendo a Eva a que también desobedeciera a Dios en el huerto del Edén.  El maligno es tan astuto que una de tantas mentiras es convencernos de que no existe. Si negamos su existencia, le damos libertad para arruinar nuestras vidas, pues no tenemos ninguna defensa contra él. El tentador busca la oportunidad para arruinarnos. Esperó que Jesús estuviese débil y con hambre, después de haber ayunado cuarenta días. De igual manera usa la misma táctica con nuestras vidas para tentarnos en el momento que estemos vulnerables física, emocional y espiritualmente.   

Apoyados en nuestras propias fuerzas somos débiles más sostenidos por la palabra de Dios somos invencibles. Dirá la escritura en 1 Corintios 10:13, “Fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir”.  Cuando un discípulo de Jesús es tentado este será probado en su inteligencia, en su voluntad, en sus sentidos y sentimientos. La tentación compromete a la persona en su totalidad. Cuando pienso en las tentaciones, comprendo lo que significó el entrenamiento de Jesús para la misión de ser el redentor del mundo. El discípulo es entrenado para una misión de ser instrumento de Dios.  Discernir las tentaciones es tarea del discípulo, como lo hizo Ignacio de Loyola, quien describe el comportamiento del maligno como el de un ladrón quien busca la parte más flaca y necesitada para vencer y robar lo que desea.  El maligno puede robarle al discípulo el entusiasmo, el amor fraterno y el culpar a otros de lo que nos pasa. Huir de la tentación, confiar en Dios, resistir, abrazar la verdad, orar y permanecer en el amor de Dios hará que venzamos todo para gloria de Dios. Además, discernir toda tentación nos permitirá abandonar también el pesimismo, el egoísmo y las guerras internas que el enemigo desea implantar entre los discípulos de Jesús.  “Porque todo aquel que es nacido de Dios no practica el mal, porque la simiente de Dios permanece en él” (1 Juan 3:9). ¡Amen!

Que Dios los bendiga en esta Cuaresma,

Padre Alvaro+ 

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