A todos nos atañe el conocer nuestro propósito de vida y muchas veces nos cuestionamos, “¿Para qué soy bueno?” La respuesta radica en las cosas simples que nos hacen más feliz o tranquilos cada día. Consideramos tener dones o talentos como algo extraordinario o maravilloso que solo otros tienen. Pero TODOS contamos con talento para vivir. Algunos desgastan estos dones en cosas que los distraen y no los hacen de verdad felices. Solo vasta escucharnos más a fondo, entendernos y conocernos para descubrir nuestros gran talentos y dones. Mirar al exterior y compararnos con otros, a quien vemos como mejores, solo nos genera distracción y frustración. Enfocarme en mí, en conocerme, superarme y explotar mi talento personal nos lleva al éxito. Solo valorando esa acción simple con la que nos sentimos mas cómodos (un arte, un oficio, una profesión, algo tan simple como el cocinar algo rico, el deporte, la danza, la música, la oratoria, la escritura, el conocer, enseñar, acompañar, escuchar, aconsejar, meditar, la concentración, la fuerza, la velocidad…) recibimos el soplo de vida de nuestro creador por medio de su Espíritu Santo
Hay veces que dejamos pasar por alto y nos cegamos a los dones y talentos que Dios nos dio en nuestro nacimiento, o por medio del aprendizaje. Aprender a diferenciar entre un don o un talento también nos ayuda a encontrar nuestro verdadero propósito de vida. Hace poco asistí a una conferencia de lideres de iglesias hispanohablantes en Tejas. Uno de los lideres, le pidió a los 300 participantes que enumeráramos tres dones y tres talentos proprios. La gran mayoría no supimos diferenciar los unos de los otros. Al fin, entre todos, pudimos concluir que los dones vienen del Espíritu, o el poder creador de Dios. Estos son dados por Dios y no tienen que ver mucho con nosotros. Los talentos, por el otro lado, vienen del aprendizaje, la disciplina, la práctica, el esfuerzo y la dedicación humana.
Un ejemplo claro es el caso del talentoso Leonel Messi, el jugador de futbol argentino. Messi cuenta con el TALENTO de jugar al futbol. El aprendió este talento desde niño y lo mejoró con años de práctica, sacrificio, dieta, ejercicio, dedicación y esfuerzo. Por otro lado, para hablar de DONES, es necesario hablar de los dones dados por el Espíritu Santo (sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia, piedad, fortaleza y temor de Dios.) No todos tenemos el poder de despertar el don en nosotros. Hay algunos ministros que cuentan con el don de sanar a los enfermos o el don de hablar profundamente de Dios. Para concluir, el talento es el desarrollo de la habilidad humana y el don es la intervención divina en nuestras vidas.
La primera carta de San Pablo a los Corintios (12:4-11) nos dice,
“Una persona puede recibir diferentes dones, pero el que los concede es el mismo Espíritu…Dios da a cada uno alguna prueba de la presencia del Espíritu, para provecho de todos… Por medio del Espíritu, a unos les concede que hablen con sabiduría; y a otros por el mismo Espíritu les concede que hablen con profundo conocimiento. Unos reciben fe por medio del mismo Espíritu y otros reciben el don de curar enfermos. Unos reciben poder para hacer milagros, y otros para comunicar mensajes recibidos de Dios. A unos, Dios les da la capacidad de distinguir entre los espíritus falsos y el Espíritu verdadero y otros la capacidad de hablar en lenguas; y a otros la capacidad para interpretar lo que se ha dicho en esas lenguas. Todas estas cosas las hace el único y mismo Espíritu, dando a cada persona lo que a él mejor le parece”.
También escuchamos en la carta de San Pedro (4:10), “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas”. Entonces dar sabiduría, dar conocimiento, dar sanidad, dar interpretación… son dones de Dios. Hacer arte, diseños, deportes… son talentos aprendidos y practicados durante muchos años. En otras palabras, todo viene de Dios en su diversidad, tanto dones como talentos. El Espíritu se manifiesta con una diversidad sorprendente. Los dones y talentos toman tiempo en formarse y en descubrirse. Es por ello por lo que los invito a estar disponibles al Espíritu de Dios para que Dios los use a su manera.
Que el Señor los bendiga hoy y siempre, ¡Amén!
Padre Alvaro+